sábado, 27 de abril de 2024

SEGÚN PASAN LOS AÑOS


 SEGÚN PASAN LOS AÑOS



Me desvisto frente al espejo.

Qué delgada estoy.

Seguramente me entraría

el vestido de los quince.

Lo que no me entra,

por mucho que me esfuerce

es esa sonrisa enorme que me partía la cara,

cuando tus ojos azules doblaban la esquina.



Tengo el mismo pelo que a los veinte,

revuelto y rebelde.

“¿Quién te corta el pelo?”, me preguntaste.

Qué forma extraña de entablar conversación con una chica.

A partir de ese día me lo cortaste vos.

Eras mi Edward Scissorhands

(te provocaría ternura verme,

después de tantos años,

intentando todavía vivir mi vida

como si fuera una película).



Esta boca es la misma

que te besaba a los veinticinco.

La misma boca enorme

que se devoraba al mundo,

porque el mundo eras vos

y el mundo eran tus palabras,

que me bebía a sorbos apurados,

y mitigaban la sed de mi tiempo de espera.

¿Y estas manos?

Son las mismas manos que se rompieron en caricias,

cuando por fin me animé a tocarte,

y escribieron cartas de amor y de desamor,

de perdón y de olvido.

¿Y estos pies?

Son los mismos pies bellos y pequeñísimos

(esos pies que me envidiaría hasta la mismísima Cenicienta)

que corrían a verte

saltando con audacia la rayuela del miedo.



Miro una foto

de cuando tenía cuatro años

y estoy haciendo el mismo gesto que te gustaba a vos,

cuando yo te gustaba:

la cabeza inclinada, la mirada baja,

(no recuerdo qué palabra usaste para describirlo,

¿contemplativo? ¿místico?)

Y sé que, para vos,

sigo siendo tan caprichosa como a los cuatro.



Tengo los mismos ojos

que tenía cuando te conocí.

A vos.

Y a vos. Y a vos. Y a vos.

El corazón, no.

El corazón está gastado.

Gastadísimo.

Pero por suerte no se ve.



Me desvisto frente al espejo

y me hago la ilusión

de que me estoy estrenando.

Qué delgada estoy.

Seguramente me entraría

el vestido de los quince.






miércoles, 24 de abril de 2024

COMO LA LUNA NUEVA


  COMO LA LUNA NUEVA



Como la luna nueva

estabas y no.

Un nudo de gatos empapaba de sexo

el paladar oscuro de la noche.

Yo degustaba tu nombre,

me persignaba ante el Dios de los sudores,

me lavaba los ojos

con un emporio de agujas verticales.



Como la luna nueva

estabas y no.

Te prometías detrás de los silencios

como una rosa recién amanecida.

Te prometías:

un conjuro de almanaques y futuro,

un mohín empolvado

con brillos venideros.



Como la luna nueva

estabas y no.

Debajo de la enagua de la ausencia

tu luz

extendía sus piernas,

devoraba puntillas,

crucificaba con clavos de raso

la aguda humedad de mi deseo.








lunes, 22 de abril de 2024

DAMA O TIGRE


 DAMA O TIGRE

 

Seré dama o seré tigre,

el tiempo dirá.

Cuando ame o cuando escriba

el tiempo encastrará las piezas

de este rompecabezas que soy:

el sexo como un pastel de cereza dulce y doméstico,

las palabras, las garras,

el sexo pisando fuerte sobre el ayuno,

el poema, el zarpazo.

Dama o tigre,

el tiempo dirá que me toca:

el vestido vaporoso de los domingos

amortajando el cuerpo del deseo

o las piernas soberanas

jugando a ser selva en los sillones.

Dama o tigre,

boquita pintada o sangre en las preguntas,

cuando ame, cuando escriba, cuando muera.

Novia rubia con la cabeza anestesiada

o fiera póstuma orinando las paredes de una casa

que me arropa o me ahoga,

no sé.





Arte: "The Lady Or The Tiger?", ElementalEmily

sábado, 20 de abril de 2024

HABITACIÓN 129


 HABITACIÓN 129




Resbalábamos

por la piedra amable del encuentro:

la juventud aún era probable.

Él no me dolía

y yo me ataba

al hilo de sus sueños

(si los hombres sueñan,

si la piel es factible

a partir del tacto del soñado).



La luz acomodaba

la hechura jovial de mis pezones

en el hueco de sus manos.

La luz era el alivio,

y en la garganta del jardín

donde dormía el relámpago

se hinchaban dulces plantas carnívoras,

florecían motines

de jaleas salvajes

(nunca pensé en la cara de la mujer

que rehízo

nuestra cama deshecha:

no sé si ella encontró mis llaves,

no sé si ella intentó detenerme

cuando me arrojé

por la escalera del olvido).



La garganta del jardín era mi cuerpo:

mis orillas sonrientes

palpitando

como una pájaro abierto.

La ternura legible de mis vísceras.



El jardín era ese lugar intrascendente,

huérfano de linaje,

saturado de aromas y de vínculos

apenas sustentables

donde casi lo tuve.



Casi.



Casi.





jueves, 18 de abril de 2024

TENDRÍAS QUE HABER SIDO VOS

TENDRÍAS QUE HABER SIDO VOS


Tendrías que haber sido vos.


Tendrías que haber sido vos

el rubio que me besó en el  ‘82

y me dijo sos la chica más linda de la escuela,

lástima que seas tan rara,

aunque por ahí ser rara es lo que te hace tan linda:

mientras las otras  se apretujan en el baño

para pintarse los ojos

vos  te quedás acá, mirando el  cielo de frente,

y te colgás del cuello hilos de mariposas,

cenizas de revoluciones,

canciones de Bob Dylan.


Tendrías que haber sido vos

el vecino con el que me tropecé a los dieciséis

y al que amé feroz y platónicamente

(es el hombre más lindo del mundo,

igualito a Paul McCartney,

no,  más lindo que Paul McCartney;

si no me toca me muero,

si me toca me muero también,

combustión espontánea le dicen,

es raro, pero pasa).


Tendrías que haber sido vos

el chico que me acarició la cabeza

cuando el amigo de Richard Gere  se suicidó en “Reto al destino”

y yo me puse a llorar desconsoladamente.

El que me compró un amanecer en la playa

y me dijo que ahí, en el sol,

iba a estar lo que quisiera ver, siempre.


Tendrías que haber sido vos el pibe de la fábrica,

el hermano de mi odontólogo,

el baterista de ese grupo ignoto que nunca llegó a nada,

el hombre que tiene los ojos del mismo color que los de mi hijo.


Tendría que haber sido otro

el que apareciera

cuando estuviera cansada de vos,

y me dijera que sí pero no,

que tal vez, si yo no tuviera que revisar cuadernos,

que tal vez, si nos hubiéramos conocido hace veinticinco años,

que tal vez en la próxima vida

cuando seas vos el mentiroso que me tome del brazo con  dulzura

y me diga al oído

sos la chica más linda de la escuela, la más sexy,

la que saldría seguro en la tapa de Playboy

si no estuviera siempre buscándole la vuelta a las canciones de Bob Dylan

y no fuera tan bajita.







Arte: Ada Breedveld 

Del poemario "Pretty in pink" (2016)