miércoles, 25 de noviembre de 2009

BRINDIS


BRINDIS



Sacá la botella de champagne

que hay en la heladera

y brindemos.

Sí, ya sé que es martes a la noche,

y que mañana se trabaja,

y que el médico te dijo que tu colesterol está alto

y tenés que cuidarte la presión.

Pero brindemos hoy.



Brindemos por los buenos tiempos,

cuando yo te despertaba a mitad de la noche

para hacer el amor

y vos me alzabas para cruzar cualquier charquito,

por inofensivo que fuera.

Cuando pintábamos las paredes de nuestra casa

(en realidad, vos las pintabas

y yo revoloteaba a tu alrededor,

como una mariposa histérica,

complicándote las cosas).



Brindemos también por los malos tiempos.

Para que no vuelvan.

Por mis bolsillos llenos de piedras

y mis notas de suicidio,

siempre dirigidas a extraños.

Y por ese silencio espeso que se coló

debajo de la puerta de nuestra difícil convivencia.



Brindemos por mis secretos.

Vos también tendrás los tuyos. No quiero saberlos.



Brindemos por nuestro hijo.

Es un buen chico,

un chico maravilloso.

Un chico sano.

Tiene tus ojos y mis obsesiones.



Brindemos por lo que tenemos:

una familia.

Una familia que muchas veces estuvo herida de muerte,

pero que sigue en pie.

Imagino que con los años el amor se convierte en esto:

“Te quiero, pero me ponés nerviosa cuando estás en casa”.



Brindemos porque nunca fui para vos una pared

imposible de escalar

y si lo fui,

aprendiste a saltar con garrocha.

La de golpes que te habrás dado,

mi pobre atleta del alma.



Brindemos porque vos ya sabés

que yo soy de las que creen

que las tarjetas de crédito se pagan solas

y yo ya sé

que nunca vas a entender lo que escribo.



Dale,

sacá la botella de champagne de la heladera.

Quiero brindar hoy,

martes a la noche,

día laborable,

desobedeciendo al médico

y haciéndole pito-catalán al colesterol y a la presión.



Quiero brindar hoy,

porque estoy en casa.



Arte: "I Love Saturdays", Ronald West


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