miércoles, 20 de octubre de 2010

LA SEÑAL


LA SEÑAL

A Daniel



Estoy
escribiendo gorriones.

Estoy escribiendo un pájaro.

Volante, flotante.



Caminé, hablé, pedí.

Y sucedió un pájaro.

A contramano de la noche.

Maquillado de dudas.



Ahora todos dicen así o asá.

Ahora todos son la memoria de la bestia muerta.

Nadie preguntó por la salud de tus microbios.

Nadie se ató tus días ciegos como murciélagos.


Tu corazón enseñaba los dientes.

Los que royeron el abismo

mientras tu sangre decrecía.

Duro hasta el final,

como toda batalla.

Todavía haciendo malabares

con la manzana de la discordia.



Ahora la señal:

un pájaro.

Para lavar la osamenta que nos ata

a una cadena de insomnio.

Para decirle que sí a la enmienda,

al camino entre la tierra y tu casa.



Galopamos tu ruta de descuidos

como podemos.

Estacionamos el canto

cerca de la sutura.

Pero estoy escribiendo gorriones.

Fue un pase de magia.



No te levantes, no dances.

Basta con esto que es poco más que un sueño.

Una tregua en el reloj sin agujas

mientras seguimos ordenando tus papeles.


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