viernes, 30 de diciembre de 2011

LAS DEUDAS


LAS DEUDAS



Pluma a pluma

se amontona la ausencia.

Ese pájaro roto que no cesa

cuando cada minuto

es un minuto de silencio.



Ahora,

nadie cuenta a los cadáveres.

Ahora,

nadie se espanta

y las copas entrechocan sus brindis

sobre los dormidos y los afiebrados.

Ahora,

la cigarra canta su canción imprescindible.

Porque es verano.

Y armamos nuestros bolsos para irnos

a algún lugar donde no nos alcance

lo que llevamos dentro.



¿Y quién paga las deudas?



Cuando yo digo madre las digo a todas.

Todas visten una cicatriz

cosida

con hebras de humo.

Ya pasaron seis años,

sesenta,

seiscientos.

Y todavía hay muertos

que crecen en sus úteros.

Como relámpagos.



Como crecen las lunas callejeras.

Sin que a los gatos les importe.




Fotografía: Santuario República de Cromañón

Poema publicado en la Antología Poética "Siete versos, un lírico", Editorial 3+1 (2011)


martes, 27 de diciembre de 2011

NO NOS HIZO FALTA PARÍS


NO NOS HIZO FALTA PARÍS 

“And if I say I really loved you
and was glad you came along…”
Paul McCartney, “Here today” 



No nos hizo falta París. 

Tampoco lo tuvimos. 

Tuvimos, sí, 

una playita de mala muerte 

y un muelle que se caía a pedazos, 

y un amanecer que tiñó de rojo 

los párpados del cielo. 

Y el mar acariciando 

el plumaje indeciso de la arena. 

Y el viento que fue víspera del milagro, 

del legítimo prodigio de encontrarte. 

Dicho así, suena cursi. 

Pero no fue cursi. Fue real. 



Tuvimos bacanales de ternura. 

Yo flotaba en mi desnudez geométrica 

como una afable señorita de Picasso: 

los pechos fragmentados en cristales de hielo 

mojándote las manos, 

y aquí, y allí, un triángulo incesante, 

subiendo, bajando, 

de tu boca a tu ingle, 

de tu sed a mi infierno. 

Eras el dulce comensal de mi cuerpo, 

tan sabio en tu falta de experiencia, 

y yo te dejaba hacer, 

interpretando mi atildado  papel de reina virgen 

dispuesta a abdicar sin remilgos 

en el primer gemido.



Tuvimos la catedral de nuestros sueños, 

que no tuvo nada que envidiarle a Notre Dame. 

Y tuvimos Buenos Aires, 

ligera, sucia, maravillosa, 

única.



Tuvimos una puerta que no abrimos. 

Una puerta entre todas las puertas, 

la del arroz con leche y las damitas casaderas de San Nicolás. 

Nos entretuvimos jugando con las llaves, 

creyendo, con candor, 

que nos sobraba el tiempo. 



No nos hizo falta París. 

Pero nos quedó todo lo que vivimos. 

A vos, dondequiera que estés. 

A mí, 

here today, 

hamacándome en la risa del pasado, 

escribiendo estos versos.






domingo, 25 de diciembre de 2011

ILUSTRACIONES DE "LA ÚLTIMA ENFERMEDAD DEL OTOÑO"





"La antigua enfrmedad del otoño", Raquel Fernández, Ediciones de La Iguana, 2011

Imagen de tapa, contratapa e interiores: Valeria Ratti Goñi


1º Premio Poesía “1º Certamen de Poesía y Narrativa Breve Ediciones de La Iguana”, Ediciones La Iguana, Témperley, Bs. As. (2011)



sábado, 24 de diciembre de 2011

HAPPY CHRISTMAS


HAPPY CHRISTMAS

“Ev'rybody had a hard year.
Ev'rybody had a good time.
Ev'rybody had a wet dream.
Ev'rybody saw the sunshine.
Oh, yeah. Oh, yeah. Oh, yeah.
Ev'rybody had a good year.
Ev'rybody let their hair down.
Ev'rybody pulled their socks up.
Ev'rybody put their foot down.
Oh, yeah. Oh, yeah. Oh, yeah.”
Lennon – McCartney, “I've got a feeling”



De pronto y  sin saber  

cómo aconteció 

semejante calamidad, 

estás debajo/ sobre 

una pila foránea de hojas de muérdago 

tratando de conciliar un verano abrasador 

con la idílica postal nevada 

que te vendieron los que venden 

ilusiones “made in USA”. 

Tuviste un año bueno, 

tuviste un año malo, 

tuviste más años de los que jamás hubieras querido tener 

y sos tu madre en el retrato 

de la mesa servida, 

saciando un ejército de bocas 

que jamás dijeron

lo que querías escuchar. 

Tuviste tus sueños húmedos, 

pero ahora sos tu madre 

y el sexo apretado se desperdicia 

debajo de tu vestido nuevo. 

Se acortaron los sueños 

y se alargaron las polleras.



Alguien pide más vitel toné 

y vos te preguntás 

si de verdad brilló el sol alguna vez, 

mientras la noche festiva/ fétida 

te cuelga una máscara insulsa 

que quizás disuelva la quinta copa de champagne.

O quizás no. 

Deberías haberte dejado el pelo largo, 

la vida larga, 

para seguir siendo la hija de tu madre 

y no ser ella 

dormida/ despierta 

sobre las ruinas del mantel. 



En tu puta vida viste un reno 

y puede que no lo veas nunca. 

No creés en Dios 

ni en los viejitos barbados que no fuman 

y no extienden la mano

reclamando la limosna del recuerdo. 

Pero la ceremonia se repite 

diciembre a diciembre, 

porque sos tu madre, 

tan buena como ella, 

tan sola como ella, 

con los pies enredados en las guirnaldas 

de un estúpido árbol que enciende/ apaga 

sus luciérnagas famélicas 

“made in Taiwan” 

(porque todo es “made in otro lugar” 

en este lugar donde estás/ no estás 

y en esta hora de rituales baldíos). 



El año que viene, no. 

El año que viene va a ser distinto. 



El año que viene vas a arrastrar tu osamenta 

hasta una playa minúscula

donde nadie te quiera vender 

el invierno y la alegría. 

Y vas a ser vos, mientras tu madre 

vegeta en los cajones de la memoria. 

Y si se trata de vivir, vas a vivir. 

Y si se trata de morir, vas a morir. 

Tu propia vida, tu propia muerte. 

Lejos del vitel toné y los manteles tribales.

Estrenando colmillos, 

estrenado latidos. 

Y sin números rojos que delaten 

que alguien 

-vos, él, ella- 

todavía te está debiendo algo.



Arte: Albert von Keller

Poema publicado en el blog "por qué tiemblan"
 

Poema publicado en el blog De otros mundos

  

miércoles, 21 de diciembre de 2011

CUCHILLO EXACTO


CUCHILLO EXACTO 



Hasta ahora viví como pude.

Hasta ahora. 

Con una trinchera en la garganta. 

Con la memoria golpeada de cañones 

y el sexo impracticable. 

Un triángulo de agua. 



A veces crucé  palabras, 

miradas, 

y fue la última vez. 

Y no sabía. 



Alguien

se tragó mis perdices, 

-y colorín, colorado, 

supuró el llanto-. 

Alguien zanjó 

los puñales de arena, 

esquiló el desorden pausado del cuerpo. 

Se acomodó en mi silla 

y cumplió mis heridas. 

Un año más. 

Otra llaga. 

Y el círculo forzoso 

en diciembre: 

la mesa que se achica

y la misma estúpida sonrisa. 



Ahora 

levanto una copa 

y sangro para adentro. 

No quiero otro diciembre. 



Sálvese quien muera.




Arte: Crystal Wall Lancaster

domingo, 18 de diciembre de 2011

"LA ANTIGUA ENFERMEDAD DEL OTOÑO"



"La antigua enfrmedad del otoño", Raquel Fernández

Imagen de tapa, contratapa e interiores: Valeria Ratti Goñi



1º Premio Poesía “1º Certamen de Poesía y Narrativa Breve Ediciones La Iguana”, Ediciones La Iguana, Témperley, Bs. As. (2011)


domingo, 11 de diciembre de 2011

DANIEL


DANIEL

“Yo te he querido como nunca.
Eras azul como noche que acaba,
eras la impenetrable caparazón del galápago
que se oculta bajo la roca de la amorosa
llegada de la luz.”
Vicente Aleixandre 
 


Él era una serpiente leve,

un veneno amable.

La gota que rebalsaba el vaso.

Casi sin quererlo.

Casi sin saber qué hacer

con sus gestos de agua.

Iba y venía.

Una mariposa de metal

con tierra en los labios.

Con la garganta fría

diciendo siempre

la última palabra.

La luz lo hacía llorar,

pero no lloraba nunca.


 
Él era el rincón

donde los sonidos se gastan.

Los dedos huyendo como látigos,

como arañas vivas.

Sus ojos repetían lagunas.

Algo había en esa humedad lenta

que nunca pude tocar.


 
No sé si creía en mí.


 
No sé si creía. 



Arte: "Little Sad Boy", Toon Hertz

Del poemario "Hermano", El Mensú Ediciones, 2011

1º Premio Poesía Certamen Literario 2011, Biblioteca Popular “Bernardino Rivadavia” y   Centro Regional Castellano-Leonés de Tres Lomas, Tres Lomas, Bs. As. (2011)

3º Mención Poesía Concurso Letras Argentinas de hoy 2011, Editorial De los Cuatro Vientos, Ciudad de Bs. As. (2011)
   

miércoles, 7 de diciembre de 2011

AQUÍ TE AMO


AQUÍ TE AMO

"Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte".
Pablo Neruda



Aquí te amo.

Aquí.

Te amo en un poema viejo de Neruda

(aunque los poemas jamás envejecen,

siempre son verdes y frescos,

como lo era yo cuando me trasuntaba

en una enredadera que crecía entre tus piernas

y regresaba al amor con mi rodaja de grito

y mi copa de vino vacía

para que la desbordaras

con tu balanceo erótico y agudo).



Aquí te amo.

Sin muelles que se mueren por la tarde

ni anclas herrumbradas;

sin barcas que parten desde el centro

exacto de mi ombligo

para atracar, felices,

en el puerto tangible de tu sangre.

Te amo en una casa que es pequeña,

que tiene ventanas imperfectas

abiertas siempre a un paisaje extraño:

almas humedecidas y carteles

donde una mano ignota ha pintado tu nombre,

y palomas de alambre que se enredan

en las hebras rebeldes de mi pelo

cuando la luna cae de bruces

sobre el rostro extenuado del sueño.



Aquí te amo.

Aquí.

Te amo en mi celda de clausura,

en mi temblor de rodillas calcinadas

por tu paso fugaz de viento norte,

en mi boca demolida

y en el llanto frío de mis dientes

mordiendo la rosa que no llega.

Te amo en el retablo simultáneo

de mi vientre y mi cintura,

en mi toga de adioses,

en mi tácito espejo triturado,

en mi avaricia de polen y rocío.



Aquí te amo.

En el escarpado desasosiego

de saber

que te debo y me debo una noche,

y aceptar que jamás

-jamás-

voy a verte dormido.