lunes, 28 de febrero de 2011

YO


YO 

“Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa." - Alejandra Pizarnik 



Mi primera palabra fue yo. 

Yo de pie en el charco de tu boca 

esquiando en la cresta de tu lengua, 

chorreándote en la garganta 

como una orgía 

de guitarras desafinadas, 

desclavándote pañuelos de los ojos 

-después de mil años de bestias que se arrastran 

en el reborde de mi sexo escandaloso 

no creo en lágrimas,

no puedo creer en lágrimas-. 



Mi segunda palabra fui yo. 

Yo hamacándome en la suma de tus perturbaciones, 

yo vendiéndome por un plato de comida caliente 

-deberías haber pagado más 

por esta piel construida a la medida de tu sed, 

por el temblor escondido de mis muslos 

y por la llave idiota 

que me olvidé en ese hotelito de cuarta-. 



Mi tercera palabra fui yo, 

y mi cuarta, 

y mi quinta. 

Yo animándome a tanto y a tan poco. 



Mi última palabra fui yo. 

Pero no me refería al alba luminosa. 

Me refería a una mujercita profana 

que se rasgó las medias con tus dientes, 

a un escalafón de la locura, 

a una muerte en suspenso.



Arte: Tom Bagshaw

  

domingo, 27 de febrero de 2011

HECHO DE LUZ


HECHO DE LUZ



Multiplicada en mí

la boca

es un hecho de luz.

El beso rememora

el verde habitual de los parques.

Un pájaro se confunde

con el viento

(desplaza el horizonte).


Entusiasta del cielo

el hombre

(sin grandes ceremonias)

me toma y me devora.


La boca relumbra.




Del poemario "Todos los hombres que me amaron",  Ediciones Literarte, 2012  

Poema publicado en la Antología Poética "Siete versos, un lírico", Editorial 3+1 (2011)    

Poema publicado en la revista digital La piedra en la oreja Nº 5

jueves, 24 de febrero de 2011

RÉQUIEM DE LA PIEDRA


RÉQUIEM DE LA PIEDRA


Morirán.

Las raíces minúsculas del liquen 

-silencioso asesino-

horadarán el pulso de la roca,

penetrarán en la sagrada entraña,

profanarán las pétreas voluntades.

El viento esparcirá

las ruinas del misterio;

habrá una lluvia mojando el vacío,

la grieta en el tapiz del tiempo,

la ausencia colosal de la cabeza.

Devastada,

la memoria triangular

rodará por el luto,

la boca reverente masticando la nada,

el silencio agazapado en los dientes.



Arte: "Moai", Robert Jiménez

Del poemario "Ojos que miran al cielo", Ediciones Amaru, 2007               

Poema publicado en el blog "Revista Papirolas"


sábado, 19 de febrero de 2011

AUTOPISTAS


AUTOPISTAS

“Estos fantasmas se habían sumido en una desesperación afligida durante una eternidad en la autopista, arrastrando las heridas por las que habían muerto y las locuras por las que habían asesinado. Habían soportado su levedad o insolencia, sus estupideces, las maquinaciones que habían trivializado sus sufrimientos. Querían decir la verdad.” – Clive Barker




Clive Barker me dijo una vez

que los muertos tenían autopistas.

Las caminan con desesperanza,

como si estuvieran

un poco vivos todavía.



Los muertos de las autopistas

cuentan historias,

pero nadie las oye.

Cada uno de ellos está enredado

en sus propias palabras.

Si miran a los costados están solos.

Los otros son nada.



En las autopistas los muertos dicen la verdad.

Dicen su grito, su llaga, su miseria.

Su humanidad. Su carencia.

Pero nosotros

adornamos sus nombres con guirnaldas

hasta que el recuerdo

se convierte en disfraz.

Y de ellos no queda

ni siquiera un mal gesto.



Yo imagino a mis muertos

en las autopistas.

Los veo pasar en la noche,

cuando las ovejas de mi insomnio

se convierten en caras que son casi.

Casi las que ellos tenían.



Veo pasar a mi padre.

Arrastrando los pies.

Va relatando la tristeza:

cinco años y los dedos deformados

del trabajo prematuro.



Veo pasar a mi amiga.

Su pelo rubio es una sombra.

Ella dice que sus pulmones se rompieron

porque algo la asfixió:

el jardín, la casa, el perro.



Veo pasar a mi amor.

Le faltan sus tijeras.

Me engañó algunas veces.

Yo también.

Pero no lo digo.

Porque estoy viva.



Veo pasar a mi hermano.

No sonríe.

Va cantando una canción que habla

de un caminito al costado del mundo.

Pero esta autopista no tiene banquinas.

No puede defenderse tomando atajos.



Por ahí deben andar mis abuelos.

Ni ella era tan pura, ni él era tan bueno.

Pero nosotros

les colgamos la virtud del cuello.



Ellos están en otra cosa.

Están contando sus verdades.

Están muertos.

No les importa matarnos.



El bueno de Clive podría haberme contado otra cosa.






Arte: "Liar", Marilyn Manson

  

jueves, 17 de febrero de 2011

MALDITOS SEAN LOS PUENTES



MALDITOS SEAN LOS PUENTES 



Doy un paso al costado del Universo. 

No quiero que el mundo me recompense 

por unas cuantas lágrimas 

y unas palabras torpes arañadas 

debajo  de una campana de cristal blindado. 

Mi abismo se asemeja a una mañana 

atravesada por un puñal de niebla: 

nada es lo que parece ser 

envuelto en la vaho infernal de esta ciudad, 

particular y privada,

donde tomo el té con mis fantasmas

y espero que el maldito London Bridge se caiga de una vez 

y aplaste a todas las vocecitas chillonas 

que tienen ganas de cantar cuando yo me estoy muriendo.
 


Doy dos pasos al costado del Universo. 

Debajo de mi campana me siento segura, 

pero nadie me oye gritar 

(de todos modos, quién querría oír gritar 

a una mujercita loca que ahoga sus penas en té, 

y odia los puentes,

y nunca sabe si corre con los lobos 

o si los lobos la corren a ella).







domingo, 13 de febrero de 2011

ÉL VINO


ÉL VINO

Él vino.

Vino con sus preguntas

a rehacer mis límites.

A tumbar cualquier sueño

que siguiera de pie

con su olor a sexo empedernido.

A remover las algas.



Él vino.

Con sus insectos de zumbidos ásperos.

Como otro intento de humedad.

El lomo partido

por un rayo de luz.



Yo no sabía la edad de mi deseo.

El hambre era una costumbre mansa.

A veces me soltaba el pelo,

pero las mariposas no venían.

Él que vino fue él.

Con su miel hecha harapos.



Yo no sabía nombrarme el cuerpo.

Él lo tocó y le colgó palabras.

No sé si duro un día o un siglo

Pero él vino.

A oficiar de horizonte.



A ponerme

para siempre en sospecha.



Arte: "Amantes 25", Nicoletta Tomas Caravia
 
Del poemario “Todos los hombres que me amaron”, Ediciones Literarte, 2012

miércoles, 9 de febrero de 2011

CUANDO ME ENAMORO


CUANDO ME ENAMORO



A veces 

reniego del vacío. 

Trébol 

de cuatro hojas justas 

voy prometiendo suerte. 

A veces 

mis venas se desbordan 

de flores y de frutos, 

de cuadrúpedos decididos al celo. 

A veces hay un hombre 

y la humedad 

se descuelga de grieta en grieta. 

Se aviva en mis costados. 

Entonces 

tengo la palabra que castiga 

cualquier resto de sombra.



 Soy una rompedora de espejos. 

Hace tiempo aprendí 

que matar y morir 

son casi el mismo verbo. 

Pero a veces 

-sólo a veces- 

mis ojos dan a luz

en cada parpadeo. 

Estreno carne fresca. 

Les desato los puños a la tierra, 

a la pólvora, 

al fuego. 

Asumo la impaciencia de la espiga. 



A veces. 

Sólo a veces. 



Cuando me enamoro.



Arte:  "Cecillia Was The First to Go", Shannon Bonatakis


domingo, 6 de febrero de 2011

RUPTURA


RUPTURA
 
 


Hacía años que no te veía llorar.

Te escuchaba, sí, gotear toda la noche,

como una canilla rota,

sobre tu lado de la cama,

mientras yo encastraba

las hebras de sal de mi mortaja.

Algunas veces te escurrías

entre mis muslos

para ejercer tu atávico “derecho de pernada”,

pero yo no apartaba de mi mente

los hilos, la sal,

los sudarios,

los cadáveres.



Cuando te fuiste

recuperé la soberanía de mi cuerpo

y abandoné las labores

que me emparentaban con la muerte.



Hoy volviste a buscarme.

“Te amo”, me dijiste llorando.

Y yo recordé las hemorragias colosales

apenas remendadas con curitas,

la comida que se enfrió en los platos,

el silencio espeso

reptando por los muebles de la casa.



Sin embargo,

dejé que me abrazaras.
 

Nuestra cama es tan ancha.





1º Premio “12º Certamen Anual de Poesía Antonio Nelson Romera”, EDEA, Avellaneda, Bs. As. (2008)