sábado, 26 de enero de 2013

ROSA


ROSA

I

Me miro las manos y veo algo más que dos amapolas ajadas imbuidas de viento. Veo edenes  ilegítimos y un destino de pájaro.


II 

Un rumor de soles rompiéndose en la garganta del día. El lenguaje. Hilos de seda esgrimiendo mis poemas como si fueran marionetas de luz.


III 

Rosa el paladar, casi incorrecto. Rosa la parábola del celo.
Mastico sus dulzuras sin prisa, sin pausa.
Teatralmente, lo involucro en mis sueños.


IV 

La profecía caliente de su cuerpo me delata. Bebo sus follajes secretos. Como quien no quiere la cosa, pero la quiere. Como quien se asoma, primitivamente, al estallido.


V

Recuerdo desclavado del martirio. Mis llagas expuestas. Carne de cordero sacrificado al conjuro de la niebla. Ninguna cruz alcanza para desatar nuestras sombras. El madero huele a lirios prematuros.


VI

El monólogo del cuerpo hilvana su elenco de acuarelas. Extraviada en la ruta de la piel, la llama tiembla.


VII 

Diente caníbal que desgarra el labio que se ofrenda. Saliva suturando la ferocidad del beso. En tierras ajenas crecen flores extrañas.


VIII 

La hora definida donde cesa el color de la búsqueda.  Un jardín para armar, una lámpara ingenua, un puzzle de avecillas pequeñas.


IX 

Abrigar lo poco que tuvimos, trazar el rubor de tus pinceles, pactar lo mucho que nos queda.


X 

Rosa sobre rosa, el alba se abre camino entre las piernas del cielo. De pronto, el horizonte.
Como si nada.



Arte: "Goddess in Pink", Nina Kuriloff



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