martes, 29 de septiembre de 2015

A QUIÉN LE IMPORTA


A QUIÉN LE IMPORTA



A quién le importa que estés triste.



A quién le importan tu álbum de figuritas con brillantina

al que siempre le faltó la más difícil,

tu bombachita rosa de nylon y la vergüenza de que se te viera,

tu insistente llantito de huérfana.

A quién le importan los sacudones de tu hermana a las tres de la mañana

para decirte “ves, tenemos piojos”

y ese bichito diminuto presentado como prueba irrefutable

sobre las tapas amarillas de un libro de la colección Robin Hood

(“Mujercitas”, casi seguro;

las hermanas March no tenían piojos pero ustedes sí,

y nadie se enteraba porque papá se había muerto

y mamá se había quedado en blanco;

loca, decía el abuelo que era malo,

loca, pensabas vos a veces,

pero después pensabas que no,

un poco muerta, también,

un poco muerta, nada más).



A quién le importan tus novios de la adolescencia,

lo absurdo  que era apretar las rodillas

cuando querías abrir las piernas,

lo estúpida que era la regla

un cumpleaños de quince sí, un cumpleaños de quince no,

lo injusto que era que la fiesta siempre fuera de otra.

Y vos repitiendo vestido,

suerte que eras linda,

suerte que tenías ojos enormes y esa sonrisa.



A quién le importan tus fieles difuntos,

tus amantes, tus píldoras,

la última mirada de tu perra y las flores que señalan

ese lugar del jardín que te apena mirar.

A quién le importan el cigarrillo de marihuana que guardás para cuando de,

aunque nunca da o da siempre,

que es casi lo mismo,

y esa desazón que te invade después de hacer el amor

ahora que sabés  indistinto

que sea o no sea el día catorce.



A quién le importa que estés triste, nena.



A veces me da un poco de asco que uses la palabra intemperie.

Vos,

que nunca fuiste en junio

un cadáver errante

amortajado con cartones.







viernes, 25 de septiembre de 2015

COMENTARIO DE CONTRATAPA DE "INTERRUMPIDAS"


INTERRUMPIDAS

Comentario de contratapa


Hablar de Interrumpidas es hablar de un libro que me ha herido y que tal vez me seguirá doliendo por mucho tiempo. Gira mi pensamiento alrededor de una llaga supurante de vidrios rotos e intenta explicarse el porqué de un útero de piedra. Nunca había leído un trabajo como este. Raquel aquí es poeta, médium y testigo; es la voz sonámbula, el lamento, la mano que quita el polvo al caso no resuelto y exhibe el suceso con toda la belleza y la delicadeza de la que es capaz su palabra.
He sentido, desde el primer poema, que recorro monólogos entrecortados, voces en trance. Se sumerge la poeta y hunde al lector en el dramático suceso a través de imágenes poéticas que ilustran el dolor con precisión y belleza impecables; lo ancla en ese espacio subterráneo habitado y deambulado por estas criaturas inocentes, desprevenidas, impotentes, que siguen arrastrando sus tragedias. Cuánto dolor, cuánta tristeza se ha posado una y otra vez en su alma para que fuera posible que estampara en este libro un laberinto de huellas distintas -todas interrumpidas- del que es tan difícil salir ileso.
La poeta siente una empatía genuina por la víctima, piensa en su edad y sus condiciones, se involucra, la defiende y la reivindica; ella realmente siente a aquella joven que se asumía destinada a la vida y que no había aprendido a desnudarse, y comprende aquel amor que tal vez fuera un apóstrofe sagrado que planea esquivando derrumbes.


Carayaca, Venezuela, 22 de enero de 2015

Damarys González, poeta y artista plástica




miércoles, 23 de septiembre de 2015

YO VUELVO


YO VUELVO

A todas


Yo soy el verbo dolorido

que conjugaste a golpes.

El ángel que  pudrió su desnudez

en una bolsa de basura.

La flor que tiraste en una zanja,

en un pozo,

en un agujero de terror y asco.

La madre que prendiste fuego.


 Yo no estoy muerta, no. 



Yo vuelvo.


Me limpio la sangre de la boca

con el beso de todos.

Me sacudo las arañas del pelo.

Me arranco de los ojos

la ceguera del barro.

Rehago mi  matriz escarnecida,

desbarato el eclipse prematuro

que mancilló la luna de mi sexo.


Yo no estoy muerta, no.


Yo vuelvo.


Enciendo un cigarrillo.

Me río con el chiste que me contó una amiga.

Me pruebo algún vestido.

Tarareo una canción para mis hijos.

Me acurruco en la tibieza de mis padres.

Acaricio a mi perro.

Soy yo y soy todas las mujeres.


Soy yo de pie.


Yo vuelvo.




 Del poemario "Interrumpidas" Edición ampliada, Acercándonos Ediciones (2015)


sábado, 19 de septiembre de 2015

PRESENTACIÓN DE "INTERRUMPIDAS" EN "POEMAS EN LA LENGUA" POR IVANA ZSAC

PRESENTACIÓN "INTERRUMPIDAS" 

19 DE SETIEMBRE DE 2014

CICLO "POEMAS EN LA LENGUA"

Al leer el  libro de Raquel Fernández es  inevitable que un escalofrío no transite por mi cuerpo, pero a la vez,  festejo que sea así  porque no cualquier poesía logra transmitir tanto. En sus poemas se leen, cuerpos destrozados, mujeres interrumpidas,  sonrisas que dejaron de existir, familias que recuerdan  y lloran la ausencia.  

“ No hay nada más blanco que una chica muerta”   


“Hay unos hijos solos/ Unos hijos que se acuestan cada noche/ con el crepúsculo de una madre muerta”


La poeta nos muestra una cruda realidad de mujeres asesinadas,  poniéndole de título a cada poema, el nombre de cada una de ellas, lo hace con un prolijo orden cronológico de cómo sucedieron los hechos, siempre con una delicada escritura.

“La mujer levita
amortajada con un camisón celeste”

“No se si mañana alguien encontrará mi nombre
reptando en la basura”

Su poética es fuerte, visceral, llena de imágenes y sensaciones. En sus poemas hace un homenaje a cada una de las mujeres (distintas edades y clases sociales)  que sufrieron violaciones y maltrato por parte de un hombre o de varios. Cito dos versos de ella:

“La noche es una mujer quebrada” /“Sentada en el esqueleto de la niebla”

En sus versos se respira “justicia” aunque no alcanza para sanar ni tapar el dolor que sienten los familiares de las víctimas.   Ella en la voz de todas.
Me parece muy acertado y significativo  el título, porque fueron “interrumpidas” en su andar, en sus latidos, en la flor de la adolescencia, en pleno crecimiento y unas sombras negras les quitaron sus vidas con sucios golpes, miradas perversas y secretos dolorosos. Las crucificaron a muerte como también lo ilustra la tapa del libro.
Cito algunos versos que reflejan esto: 

En esas noches yo aprendí a morirme. /De a poco. De a mucho”

“La Muerte canta / Canta con una daga de infancia hincada en la memoria”

Me parecieron emocionante y tremendos los versos que leí en este libro, pero tan necesarios de ser leídos por muchas y muchos, ya que son poemas vivos, feroces.

“En esas noches
ardidos animales de saliva
mordían mis contornos.
Yo habría los ojos como si fueran jaulas
abría las piernas como si fueran plazas”

“El invierno se tejió
con una manta de agua
Agua viciada de grito”

Raquel  utiliza antes de desarrollar cada poema, unos versos, a modo de epígrafe de otras poetas que le gustan como Olga Orozco, Alejandra Pizarnik, Idea Vilariño,  y que sienten que son significativos para cada poema. Esto nos remite a que sus lecturas son amplias y permiten relaciones con otras poesías.
Los poemas de Raquel,  como decía Jorge Luis Borges, son “mujeres que duelen en todo el cuerpo”. Felicito a la autora por lo escrito y tiene muy merecida la edición de este libro porque es una talentosa poeta. Disfrute y recomiendo la lectura de este libro.


IVANA SZAC, POETA, DOCENTE, COORDINADORA DE CICLOS LITERARIOS Y TALLERES DE POESÍA



domingo, 13 de septiembre de 2015

SUCEDE EL HAMBRE


SUCEDE EL HAMBRE

A Néstor, a Oscar, a tantos

“El hambre es el primero de los conocimientos:
Tener hambre es la cosa primera que se aprende.”
Miguel Hernández



En otras bocas,

en otros cuerpos injuriados

por látigos de humo,

en otras vísceras cayendo de rodillas,

sucede el hambre.



Sucede puntualmente,

con infalible cadencia de almanaque.

Sucede cada día.

Acampa en los orígenes del alba,

se acuartela en la noche.

Cubre su desnudez de luna agria

con un tendal de moscas.



El hambre

es una mordedura de gusano,

una pisada de corcel siniestro,

un zarpazo de lobo.

Es un estómago y su ruido de cenizas,

su ruido de  pájaros temibles

riñendo con la nada.



Nosotros,

correctos hasta el tuétano,

pagadores de impuestos,

católicos, apostólicos, romanos,

un poquito cristianos,

dormimos con un pan bajo la almohada

y otro pan bajo el brazo.



Pero el hambre sucede.

Sopla su aire viciado

en el desvelo austero de los huesos.



Nos duele casi nada,

algunas veces,

como una media sonrisa de alfileres.



Pero si trae la muerte de la mano

nos duele casi tanto.




 Arte: "Juanito durmiendo", de la serie "Juanito Laguna", Antonio Berni



viernes, 11 de septiembre de 2015

BARRIO


BARRIO


I

Recostado en un horizonte de adoquines y manzanas,

húmedo de carnavales,

bendecido de escuela,

el barrio se asoma al balcón del recuerdo.

Hacia su luz navego,

hacia su herida de abejas

multiplicando  veranos.



II

Las cosas primeras fueron

en sus cuadernos abiertos,

en sus veredas cosidas con rayuelas

y colas de perros felices,

en sus tertulias al aire libre.

Lo toco cuando toco

el rostro de la infancia.

Me besa con la boca memorable

del  padre al que todavía sueño vivo.



III

En su cintura florida sobrevive

un gesto de ronda.

Calles que giran tomadas de las manos,

calles que cantan.

Rodeos de luz

en las verdes gargantas de las plazas.



IV

El barrio tiene también

su costado de lluvia,

sus andamios de humo,

sus muertes encogidas

como caracolas de niebla.

Pequeñas golondrinas que no fueron verano.

Ventanas abiertas para nadie.



V

Vecinas purgando otoños,

amigos perpetuando esquinas,

un pájaro de viento ahondando

mi cielo de memorias.

El barrio es legible en el poema

que me lava los ojos cada vez que me miro niña.






1º Premio Poesía Concurso Literario Rotary Club de City Bell, City Bell, Bs. As. (2015)


lunes, 7 de septiembre de 2015

CINCO AÑOS


CINCO AÑOS

A Daniel



Esta mañana fui al cementerio

como quien va al mercado:

tranquila,

repasando “tengo que comprar esto o  aquello,

latas de atún sólo si no están abolladas”

y Coco

(el chinito que bautizó su desarraigo con un nombre

demasiado fácil de pronunciar)

tratando de convencerme de que “atún bueno”,

y yo

que “lata abollada no”,

que me lo enseñaron en el secundario,

Educación para la salud se llamaba la materia,

seguro que no existe más.



Esta mañana fui al cementerio

como quien va al mercado, sí:

el pelito atado, los ojos sin pintar,

la cabeza gacha porque no tengo ganas de ponerme a charlar

con ningún vecino.

Fui sabiendo que tenía que ir

porque hoy hace cinco años que te fuiste;

compré flores,

las más lindas,

las acomodé lo mejor que pude,

supe que no estabas ahí

pero le di el gusto a mamá,

vos sabés que los viejos creen en los cementerios.

No sé qué va a ser de los cementerios del mundo

cuando los viejos seamos nosotros:

alguien irá a la tumba de Jim Morrison

y los demás que se jodan;

los padres, las madres, los abuelitos:

que se jodan bien jodidos

por no haber sido estrellas de rock.



Cinco años, gordo.

Cinco años sin que nadie me saque de las casillas

los 24 de diciembre.

Cinco años sin mate,

ni ratones,

ni diatribas contra el Imperio

(¿qué dirías ahora,

emigrantes desesperados,

dolor, dolor,

y esos niñitos ahogados,

y ese puto Donald Trump,

y ese estupendo Angus Premium Deluxe?)

Cinco años tratando de que la herida del mantel

no sangre demasiado

en cada reunión familiar,

y el vino derramado

y las naturalezas muertas pasen desapercibidas,

porque mamá está grande,

el tío está grande,

y ellos creen en los cementerios,

 creen en los 24 de diciembre,

y no toman champagne a las cinco de la tarde un día laborable como yo,

que soy poeta

-que digo que soy poeta-,

que estoy loca,

que te extraño,

tanto, tanto,

que te extraño y sigo suturando

el agujero que nos dejaste,

y salgo tan bonita en las fotos,

tan sonriente,

y le vendo a todo el mundo que todo está bien,

que el único problema serio que tengo

son las latas de atún abolladas.

Y cambio La Campagnola por  Mellino  y ya está,

listo el pollo,

acá no pasó nada.